Jean-Michel Cousteau es productor de documentales, autor de libros y fundador de la Ocean Future Society. Su más reciente proyecto es Maravillas del mar .
Aunque su nombre sigue estando íntimamente vinculado al de su padre, el legendario oceanógrafo y ambientalista Jacques Cousteau, su hijo primogénito puede decir, a los 79 años, que ha hecho lo suficiente por cuenta propia como para merecer un sitial de honor en la defensa del planeta. Jean-Michel Cousteau es productor de varias series documentales, autor de libros y fundador de la Ocean Future Society. Su más reciente proyecto es ‘Maravillas del mar 3D’.
¿En qué cree que han cambiado las cosas desde que su padre advirtiera de que había partes del mar en las que toda la vida podía perecer?
Creo que estamos en un lugar mucho mejor en cuanto al conocimiento, la ciencia, la educación y la tecnología, pero, además, se está produciendo una revolución en las comunicaciones. Aunque todavía nos quedan muchas cosas por resolver. Tenemos que alimentar a la gente que se muere de hambre porque no ha sido educada. Debemos buscar la forma de que se deje de abusar de las mujeres obligándolas a tener cinco, seis o siete hijos. Hay que parar el crecimiento continuo de la población humana y llegar a un punto de equilibrio, lo que ocurrirá probablemente en 2050, cuando ya seamos 8.000 millones de personas, o tal vez 9.500. Ese es el objetivo. Pero, gracias a la revolución en las comunicaciones, somos un solo pueblo. Todos estamos conectados. Hay un pueblo humano de la misma manera en que hay un solo mar y, por eso, todos tenemos que hacer lo que esté a nuestro alcance para protegernos, porque somos la única especie en el planeta que tiene la posibilidad y el privilegio de decidir que no quiere desaparecer. Es un momento muy estimulante, pero tenemos que comunicarlo, aportando información para que sea vista por cada persona en el planeta, y eso es lo que estamos haciendo con Maravillas del mar 3D porque estimula a que la gente quiera saber más.
«Hay un pueblo humano de la misma manera que hay un solo mar y, por eso, todos tenemos que hacer lo posible para protegernos»
¿Cree que esos 9.500 millones de personas seguirán teniendo la posibilidad de comer pescado?
Si cuidamos nuestro capital, claro que sí. Uno puede vivir del interés que genera el capital. Lo que no puedes hacer es eliminar la especie pescando al último pez, o matando al último ejemplar de un animal o comiéndote la última planta. La próxima vez que bebas un vaso de agua, recuerda que estás bebiendo el océano. Y, si lo que bebes es un vaso de vino, el 99% es océano. Cuando vayas a esquiar y juegues con tu hijo a arrojaros bolas de nieve, recuerda que lo que estáis arrojando es océano. Todos estamos conectados con un único sistema de agua del que dependemos por completo. Si no hay agua, no hay vida, y yo he logrado que hoy miles de niños digan que el agua es vida. Lo dicen en francés, en inglés y en español, y ahora voy a intentar que lo digan en China, ya que ahí está el 20% de la población mundial.
¿Cómo lograr que los más escépticos se comprometan con la defensa del medio ambiente?
El objetivo es justamente que lo hagan. Sabemos lo que tenemos que hacer y que la clave es la comunicación, la educación y fascinar a la gente. Yo, hoy más que nunca, quiero generar una diferencia. Me encanta ver a los niños llamando la atención a los adultos que arrojan basura y obligándolos a recogerla y a ponerla en su sitio. En este momento, estamos en una posición en la que, gracias a la revolución en las comunicaciones, podemos conectarnos con 7.500 millones de personas en el planeta y proveerles de información. Yo sé que, cuando vean la película, los espectadores se van a fascinar y van a querer saber más. Es que no es un documental. Es una aventura como las que vivía mi padre, pero la diferencia es que yo estoy seguro de que hay cientos de especies que aún no han sido descubiertas y ahora tenemos el equipamiento que nos permite ir mucho más profundo y ver lo que hay. Yo puedo usar el Exosuit —creado por el canadiense Phil Newton—, bajar 300 metros y pasarme 10 horas allí abajo. Mis manos son duplicadas mecánicamente. Puedo recoger muestras y llevarlas a la superficie para que las analicen los científicos. Y tengo una cámara de alta definición en mi casco y luces led, porque a 300 metros de profundidad la oscuridad es completa. Con mi pie derecho, puedo ir hacia adelante, hacia atrás, hacia a la izquierda y hacia la derecha. Con mi pie izquierdo, puedo decidir si subo o si bajo, porque tengo un sistema de propulsión y, si necesito volver a la superficie, me lleva solamente 5 minutos. De todos modos, mientras estoy allí abajo, el traje me protege de la presión. Vamos a poder descubrir miles de nuevas especies y hacer que la gente las pueda ver, porque esa es la forma de demostrar que todo está conectado y que diversidad es sinónimo de estabilidad.
«Sabemos lo que tenemos que hacer y que la clave es la comunicación, la educación y fascinar a la gente»
¿De qué manera se combate a un presidente norteamericano que desacredita la existencia del efecto invernadero?
Creo que hay dos alternativas. O el sistema lo fuerza a abandonar el cargo o, si se queda, yo estoy aquí para tratar de educarlo, para ayudarlo a darse cuenta de que está cometiendo errores que no van a ayudar a sus hijos ni a sus nietos. Mi misión no es acusar a nadie, sino alcanzar el corazón de la gente, porque todo el mundo lo tiene. Muchos años atrás, hice una película sobre las islas que están al norte de Hawai. Mi padre quería ir allí, pero nunca lo logró. Yo hice una película en la que mostré cómo la polución y los desechos de plástico estaban arruinando esa región. Fui invitado a la Casa Blanca para mostrar la película y presentársela al presidente de Estados Unidos. La vi sentado junto a su esposa. Él la vio, junto a científicos y funcionarios que fueron invitados de diferentes departamentos, y, tras la función, decidió proteger el área, que tiene casi 2.000 kilómetros de largo. Se convirtió en el mayor sector del océano que está protegido y la orden la dio un presidente que había dedicado su vida a la extracción de petróleo. En septiembre del año pasado, el presidente Obama decidió ver el área con sus propios ojos y multiplicó la protección hasta alcanzar un área cuatro veces mayor. Es la región marina protegida más grande del mundo. Estamos hablando de demócratas y republicanos que trabajan juntos para proteger nuestro sistema de vida. Lo hemos hecho, lo seguimos haciendo y esa continuará siendo nuestra misión.
¿De qué manera lleva consigo el legado de su padre?
Escribí un libro sobre él que se llama Mi padre, el capitán, en el que conté en detalle cómo fue su vida y cómo era él tras las cámaras. Y también hice un DVD. Mi padre pertenecía a una familia de vinicultores de Burdeos, por lo que su destino era pasarse la vida allí, pero él quería viajar. Quería irse de allí y, por eso, decidió meterse en la marina francesa; como quería ser piloto, comenzó a volar. Él siempre llevaba una cámara de 9 mm en blanco y negro. Me dijo que me deshiciera de todas esas películas y yo no le hice caso. El trabajo de los hijos es desobedecer a sus padres y eso es lo que hice. Las guardé y ahora se las puedo mostrar a la gente. Después de un accidente de coche, no pudo seguir volando y se radicó en Toulon, donde nací yo. Y, cada vez que tenía tiempo, se ponía a bucear y a pescar con su amigo Phillipe Tailliez. A él le gustaba filmar cada vez que buceaba, pero no podía contener la respiración tanto como sus amigos. Quería filmar, porque ellos sacaban meros de 40 o 50 kilos, algo que hoy no podrías hacer. Se dio cuenta de que necesitaba llevar aire con él y así fue cómo contactó a Air Liquide, gracias a mi abuelo, que también había estado en la marina francesa, se había retirado y estaba en la junta directiva de esa empresa. Mi abuelo le presentó a un ingeniero, Emile Gagnan, que coinventó el regulador con él, y que hoy usan millones de personas en todo el planeta. Gracias a eso, le fue posible bucear y filmar con mucha calma a sus amigos mientras estaban pescando bajo el agua. Pero su curiosidad lo llevó a preguntarse qué había más allá. Así fue como empezó a viajar por el mundo con su barco, investigando. Y descubrió que había diferentes temperaturas en el mar y que eso estaba cambiando. Esto lo llevó a querer capturar otras imágenes y no fue hasta muchos años después que se dio cuenta de que lo que hacía el hombre modificaba el océano. Que estábamos pescando más de la cuenta y no permitíamos a los peces que se reprodujeran. Por supuesto, yo estaba allí con mi hermano, junto a su equipo, y formamos parte de su misión, que era proteger los océanos para protegernos a nosotros mismos. Esa sigue siendo mi misión con la Ocean Future Society, que creé después de fallecer mi padre. Hoy, mis hijos colaboran conmigo y puedo decir con orgullo que mi nieto, Félix, que hoy tiene 5 años y medio, nació bajo el agua, por lo que la cuarta generación de Cousteau también llevará una vida muy húmeda…
Responder
Debes conectarte para dejar un comentario